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Patricia Claro: “Los reflejos son escrituras que quieren emerger”

Por Bárbara Vicuña B. Fotos: Pablo Salas T. y Patricia Claro S.

Después de 15 años, esta artista se encuentra en un momento de orden y pausa. Conversamos con ella sobre su historia, sus pasiones y el agua, que es su fuente infinita de inspiración.

“¿Te fijas que la sombra no oculta nada? Al contrario, revela lo que está al fondo del río”, dice Patricia Claro, mientras apunta con el dedo un óleo de gran formato apoyado en un muro de su taller. Al observarlo, se distingue claramente que la figura pintada en la tela es agua en movimiento. “Mira bien”, insiste y muestra en la obra un espacio donde la sombra de una rama de árbol permite ver las piedras que hay bajo el agua. “La luz produce reflejo; no muestra lo que hay en el fondo. La sombra es una maravilla, porque es una puerta de entrada”, agrega la artista, al mismo tiempo que se sienta y le sube el volumen a un precioso nocturno de Chopin.

¿Te gusta el piano?
–¡Claro! Vengo de una familia de artistas y músicos. Nací con el lápiz en la mano y el piano sonando. La casa donde crecí era mágica. Llena de sensibilidad.

Y solo bastan cinco minutos en su taller para percibir que esa misma sensibilidad la ha acompañado siempre, hasta hoy. A sus 61 años, esta artista, casada con el arquitecto Rodrigo Domínguez, madre de siete hijos y abuela de tres nietos, cuenta con una trayectoria notable que incluye investigaciones profundas y la utilización de todo tipo de técnicas. ¿En buen chileno? Una artista de tomo y lomo.
Cuando salió del colegio sabía que tenía muchas aptitudes matemáticas, pero también le fascinaba el arte. Por esta razón –y pese a que sacó puntaje nacional en la prueba específica de matemáticas y todo el mundo le aconsejaba que estudiara ingeniería– escogió la carrera de diseño. “Pensé que podía ser la mezcla perfecta entre las dos áreas”, señala.
Una vez titulada, comenzó a trabajar como diseñadora para diversas marcas. Hizo colecciones de ropa deportiva, luego se independizó y creó la línea de ropa Southland para Falabella. Al mismo tiempo trabajaba con su marido en la arquitectura interior de sus proyectos y se preocupaba de la crianza de sus siete hijos. Pero lo que para ella era sagrado, eran las clases de pintura que tenía una vez a la semana. “Tuve clases con Carmen Silva, Celina Gálvez, Sergio Stitchkin y Hernán Valdovinos”, señala.

¿Qué buscabas con esas clases?
–Me concentraba en aprender todas las técnicas lo mejor posible. Sabía que más adelante desarrollaría un proyecto personal y que sería algo totalmente propio. Por eso nunca fui una alumna que se inspirara en el estilo o en la obra de los profesores. Sabía que desarrollaría un estilo completamente personal.

¿En qué momento diste el paso hacia el arte como algo profesional?
–Cuando cumplí 43 años y tenía a mis siete hijos estudiando en el colegio me acerqué a la Casa Central de la Universidad Católica para entrar a estudiar la carrera de Arte desde cero. No quería hacer cursos cortos, quería estudiar la carrera completa. Di una prueba especial y me aceptaron. Todos mis compañeros tenían 18 años.

En otras oportunidades has comentado que el agua ha sido siempre lo que has trabajo como artista. ¿En qué momento la descubriste?
–En 2005 nos compramos un terreno en Río Bueno y encontré que era un escenario único. Ahí empecé a investigar el agua.

¿Qué es lo que representas del agua en tus obras?
–En mis pinturas, grabados, videos y en todo el trabajo que gira en torno al agua represento la distorsión del entorno que se refleja en este espejo en movimiento que es el agua. Mi manera de acercarme es a través de la fotografía, porque el agua siempre está cambiando. En el mismo pedacito de río puedo hacer miles de proyectos y van a ser siempre diferentes. Cada uno de esos instantes fugaces que capta la cámara los ingreso al computador y veo todo lo que mi ojo no alcanzó a percibir. Descubro formas que son maravillosas que luego trabajo en mis obras de las más diversas maneras y formatos.

En tu exposición en la galería Animal en noviembre de 2020 hablabas de los “aguagramas”. ¿Qué son?
–En las imágenes que capto y en los trabajos que realizo siempre encuentro mensajes. He hecho videos en los que extraigo digitalmente pedazos de reflejos y los transformo en una escritura, entonces, el agua me ha entregado un alfabeto infinito. Puedo sacar miles y miles de símbolos que llamo aguagramas y que me han permitido crear mis cartas de agua. Son escrituras que tienen un mensaje que yo sé que proviene del agua.

¿Qué significado dirías que tienen esos aguagramas?
–Si uno piensa en algo poético en torno a esto, el agua es la misma que ha existido desde el principio del planeta Tierra. Todas las aguas vienen cargadas de mensajes de otras generaciones. Por eso en diferentes culturas hay tantos mitos en torno a los ríos. Los pueblos amazónicos, por ejemplo, creen en unos seres acuáticos que defienden su ecosistema. Para mí, todos estos reflejos son escrituras que quieren emerger.

¿Qué te gustaría transmitir a través de este lenguaje de agua?
–No soy ni ecologista ni activista, pero me interesa sensibilizar al espectador, ya que yo solo pintos aguas dulces, que son las más escasas y las que tenemos que cuidar. Estos mensajes son mi forma de transmitirle al espectador que estamos frente a un elemento que no se puede replicar; no se puede reemplazar. Es irrepetible, irreproducible y es elemental.

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–¿Cuáles dirías que son los momentos más importantes de tu carrera?
–Aparte de todo mi trabajo en la Galería Animal, en 2016 hice una exposición individual en el Museo Niemeyer de Brasilia que fue muy importante. A partir de ese proyecto, hice numerosas expediciones en el Amazonas, lo que fue un nuevo comienzo, ya que salí de mi querido Río Bueno que es mi hogar acuático y pude conocer otras aguas y ver qué pasa con otros colores y otra vegetación. El Río Negro, cerca de Manaos, es literalmente un espejo… de una belleza indescriptible.

Anteriormente habías participado en la Bienal del Fin del Mundo en Ushuaia.
–Sí, me convidó un curador que se llama Alfons Hug que es muy famoso. Yo estaba en los inicios de mi carrera y todos los demás artistas eran consagrados. Llevé mi primer video y se presentó dentro de un hangar de guerra. Fue impactante haber estado allá con todos esos artistas, en el fin del mundo, con mi agua. También me gustaría mencionar como hito de mi carrera el hecho de haber sido seleccionada para el libro “Fresh Paint” publicado en Noruega. Una curadora muy famosa llamada Selene Wendt vio mi trabajo en la Galería Animal y me quiso incluir, en conjunto con numerosos artistas súper reconocidos a nivel internacional. Fue un lujo estar ahí con ellos.

Me contabas que ahora estás en una etapa de orden y pausa.
–Estoy ordenando mis últimos 15 años de no parar. Tengo claro cómo seguir, pero quiero partir totalmente renovada, sin cosas pendientes. Llegué a una etapa de madurez en que me siento con ganas de espaciar mis proyectos. Me quiero dar tiempo de investigación para descubrir nuevos caminos y ahí mostrar de nuevo.