La tienda Larry es una de las imprescindibles en Avenida Italia. Incluso tal vez, icónica. Sus dueños, el arquitecto Pablo Guzmán y el interiorista y psicólogo Andrés Blanco, fueron de los primeros en instalarse en este “barrio del diseño”, hace más de una década, cuando no estaban los cafés y restaurantes, y cuando las casonas que hoy albergan galerías y pequeñas tiendas, estaban aún habitadas. Se puede decir que fueron los forjadores del concepto detrás de aquella ruta de tiendas de mobiliario y decoración que hoy caracteriza al ondero barrio Italia, y que comenzó con una nota que apareció en la revista Vivienda & Decoración en 2010. “Ese fin de semana se llenó de gente”, cuenta Pablo. “Fue la génesis del barrio como lo conocemos hoy, junto a los anticuarios, que ya llevaban varios años”.

Pablo y Andrés comenzaron en 2009 con una tienda de muebles y diseño llamada Huma, una de las primeras del sector. Paralelamente, la tienda James Addiction estaba enfocada en un diseño más industrial y Larry era su marca propia, de muebles a medida. Después de una reestructuración, todo se fusionó en Larry, una tienda de diseño, decoración y muebles, con una estética muy especial que expresa el estilo de esta dupla: ecléctico, con elementos clásicos, antiguos y vintage, que incorpora un toque inglés y lúdico. En su show room aparecen elementos como cojines con la cara de la reina Isabel o con míticas figuras de animales; un sofá de terciopelo color ocre, románticos e imaginativos papeles murales, y extraños objetos como una cabeza de liebre en cerámica. De hecho, Larry cuenta con su propia colección de cerámica inglesa, que imprime en serigrafía con diseños propios.

Del visual merchandising al interiorismo

Ambos socios provienen de familias relacionadas con el arte. La mamá de Pablo es pintora y decoradora, su padre, anticuario; y la mamá de Andrés, artista. De niño, Pablo tenía colecciones de objetos en sus repisas y detalles lúdicos en su pieza. Se conocieron en el ambiente de la arquitectura, pues Andrés estudió esa carrera durante un periodo. Lo que comenzó con la tienda, se fue complementando con el trabajo de Pablo en visual merchandising para tiendas Paris, donde estuvo a cargo de las vitrinas y puesta en escena de los productos; y con ello fue ganando expertise, y puliendo su ojo y estilo.

De las vitrinas y los muebles, el paso hacia el interiorismo fue natural. En 2019, participaron en Casa FOA, con la ejecución de un loft de artista. “Ahí nos dimos cuenta de que mucha gente nos conocía por la tienda Larry”, cuenta Pablo. Guzmán y Blanco es hoy una oficina consolidada de arquitectura, interiorismo y diseño con una amplia variedad de actividades, desde construcción de escaparates de tiendas y visual merchandising, hasta proyectos de interiorismo, tanto en la implementación de departamentos pilotos para inmobiliarias, como proyectos particulares.

Por otra parte, realizan producciones fotográficas y dirección de arte para catálogos de retail y revistas de diseño, como Más Deco y ED. Es posible decir que su forma de trabajar es tan ecléctica, como su estilo al decorar.

Eclecticismo y “happy chic”

Creado por el diseñador y ceramista norteamericano Jonathan Adler, el estilo de home décor, happy chic, inspira y define de cierta manera el trabajo de esta dupla de interioristas: buscando la incorporación de objetos súper contemporáneos con un toque chic, glamoroso y colorido. La creatividad es clave, así como la mezcla de patrones y accesorios que provocan, tan fresco e inspirador como una lamparita de cerámica con cuerpo de búho, uno de los iconos de Adler.
Otro de sus referentes es el inglés Luke Edward Hall, artista y diseñador de interiores conocido por su atrevido sentido del color y estilo juguetón y romántico, inspirado por el pasado y su amor por el teatro y la fantasía. También la arquitecta y diseñadora española Patricia Urquiola, maestra en la fusión de estilos, quien combina patrones, materiales y texturas con un toque moderno, acento femenino y elementos que sorprenden.

No es casualidad que el diseño interior de Guzmán y Blanco se incline hacia lo ecléctico. “Minimalistas no somos”, se ríe Pablo, “buscamos armonizar todas las tendencias y estilos en un solo lugar. Lo nuevo, lo antiguo, lo retro y lo kitsch”. Más allá del objeto en sí, lo que pretenden es entregar una experiencia estética y habitacional, atreviéndose a usar colores para dar carácter; y con materiales como mármol, madera, cuero, terciopelo y ratán, para aportar calidez. “Siempre hay elementos a rescatar e integrar en los espacios, mezclando cosas heredadas, que vienen de viajes o anticuarios, con otras hechas a medida, o arte contemporáneo chileno con impresiones de la Bauhaus traídas desde Berlín, por ejemplo”.

La idea es llenar de vida los espacios. Abrir mentes y estimular la curiosidad. “Antes, no se habría pensado en describir la decoración como algo lúdico, pero hoy vemos que sí funciona”, dice Andrés. Lograr un diseño inspiracional, no regido por un estilo estricto, en la búsqueda de conectar a la gente con sus espacios y darles flexibilidad. “Hoy se valida mucho más una anticombinación”, concluyen.
Interiorismo para todos
Para Guzmán y Blanco, es importante considerar en un proyecto, tanto la arquitectura, como el interiorismo y la decoración, como especialidades en su propia ley –independiente de que una misma persona pueda hacer una o más de ellas– además de la iluminación, que “es un concepto en sí mismo, por su gran relevancia en el cómo se vive un espacio”, acota Andrés.

Ellos perciben que el interiorismo se ha profesionalizado, habiendo más preparación y también un mayor acceso de las personas a él. “El rol del decorador se ha democratizado, siendo hoy más valorado por la sociedad y permitiendo que las personas tengan un mayor acceso a vivir en espacios bien pensados y que aporten un placer visual”, dice Andrés. “La decoración está de moda, es ahora mucho más transversal. Tener la casa linda denota una mayor cultura”, agrega Pablo. “Hemos visto que en el último año, con los retiros de las AFP, las personas se han lanzado a mejorar sus hogares”.

Por último, “es clave que los espacios se mantengan genuinos, que reflejen a la persona que los habita y que no sean una mera escenografía”, acota Andrés. “Trabajamos cercanamente con los clientes, para lograr interpretarlos en lo que valoran, en los usos que darán a los espacios”, aseguran. Finalmente, lo que define un buen diseño interior es simple: “Tú tienes que vivir mejor después del trabajo del interiorista; en cuanto a la funcionalidad del espacio, que se facilite el diario vivir, y en cuanto a la belleza y armonía, que aporte a tu vida”.

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