“No sé cómo, pero lo voy a hacer”. A sus 91 años, esta destacada artista nacional, conocida como una de las más notables representantes del movimiento de abstracción geométrica en Chile y ganadora del Premio Artista Mujer 2020 otorgado por Collectio, Studio Digital y el Capítulo Chileno del National Museum of Women in the Arts, es un ejemplo de vida. Sobre su historia y nuevos desafíos conversó con Revista Socios.
“La pandemia me azotó bastante fuerte”, comenta Carmen Piemonte apenas abre la puerta de su departamento y nos invita a entrar. En el living-comedor se observan numerosas obras suyas colgadas en las paredes y otras en el suelo, apoyadas contra un muro. Pero una de ellas destaca de manera especial, ya que se encuentra en un atril rodeado de pinceles, óleos y todo tipo de herramientas propias del oficio. “Hace dos años que no trabajo. Durante la pandemia tuve un accidente y me costó mucho recuperarme. Pero sé que tengo que trabajar y voy a empezar ahora”, advierte, al mismo tiempo que se sienta mirando hacia el balcón. Casi como si lo hubiera estudiado, una luz tenue le ilumina la cara y de fondo se luce la obra en proceso. La imagen es un cuadro en sí misma.
– ¿Una suerte de regreso a las pistas post encierro?
– ¡Claro! El confinamiento me afectó mucho. Por eso voy a retomar ahora. Va a ser un proceso largo y tengo que hacer todo un trabajo mental. Seguramente voy a abstraer y simplificar más. Me gusta mucho el surrealismo y ahora quiero hacer las dos cosas: ensamblar el surrealismo con el geometrismo. No sé cómo, pero lo voy a hacer.
Resulta imposible no sentir una tremenda admiración al escucharla hablar. Mal que mal, se trata de una artista de 91 años que pese a haber trabajado y estudiado toda su vida, sigue en búsqueda de nuevos desafíos.
Sin duda su sangre italiana debe tener algo que ver con esto; con su pasión, energía y vida. Si bien nació en Chile en 1930, sus padres –Pio Piemonte y Amalia Miani– provenían de Buia, ciudad del norte de Italia cerca de Venezia. “Se casaron en Italia y se vinieron inmediatamente a Sudamérica en barco. En esa época el viaje duraba tres o cuatro meses”, cuenta.
– ¿Porqué escogieron Chile para radicarse?
– Porque era muy desconocido. A mi papá le atraía el nombre, las fotos de las montañas, lagos y mar. Primero se vino a explorar el panorama a Argentina. Pero cuando cruzó a Chile a conocer le gustó mucho su clima y su gente.
Instalados ya en Santiago su papá se dedicó a la producción de cecinas y su mamá a trabajar como costurera. Carmen hizo sus primeros años de colegio en el Liceo 1, pero no le gustó. Desde niña sabía que lo suyo era un camino más libre y no tan estructurado. Como una manera de apoyarla en sus intereses, su padre la matriculó en el instituto secundario de Bellas Artes, donde estudió cuatro años. Luego ingresó a la Escuela de Bellas Artes. Fueron los primeros pasos de toda una vida ligada al arte. “Cuando egresé, mi papá me dijo: ‘¿Y ahora de qué vas a vivir?’. Fue entonces cuando ingresé al Pedagógico a estudiar Pedagogía en Artes Plásticas”, cuenta.
Así las cosas, durante muchos años –principalmente en la década del ‘60– alternó su trabajo como artista con su trabajo como profesora de arte.
– Uno de sus profesores en la Escuela de Bellas Artes fue Ramón Vergara Grez. ¿De qué manera la marcó en su desarrollo como artista?
– Ramón Vergara fue mi profesor jefe y el creador del Grupo Rectángulo y la escuela de Forma y Espacio que estuvo formada por los alumnos que íbamos egresando. Lo creó en 1964.
– ¿Cuáles eran los postulados de Forma y Espacio?
– Consistía en enfocar en forma conceptual la historia de nuestra pintura. En esos años todos queríamos ser abstractos, pero no sabíamos realmente qué era eso. No sabíamos cómo enfocar la abstracción ni tampoco cómo darla a conocer. Fue una época de romper esquemas y de respetar ciertos principios fundamentales del arte abstracto, como negar el naturalismo, lo que era bastante difícil porque estábamos todo el tiempo observando naturaleza y paisajes.
– ¿Cómo funcionaba la dinámica de este grupo?
– Trabajábamos de manera individual y una vez a la semana teníamos reuniones donde discutíamos los principios del arte abstracto y planteábamos nuestras dudas e inquietudes. Por ejemplo, en un principio se nos planteó que teníamos que basarnos en la pintura de Piet Mondrian. Pero él solo utiliza tres colores. ¿Qué pasa con el verde? Entonces hacíamos variaciones. Discutíamos si era posible probar cosas diferentes. Yo me aparté siempre de Mondrian. Me gustaba variar.
– ¿Los demás integrantes de este grupo lograron desarrollar una identidad propia?
– Claro, con el tiempo se fue desprendiendo la personalidad de cada uno. No todos los pintores abstractos tienen la misma línea. Van derivando a diferentes estilos. El mío es la geometría abstracta.
Entre alumnos y exposiciones
Simultáneo a su carrera como artista y labores de madre –es mamá de dos hijas: Carmen y Federica– Carmen dedicó muchos años a la enseñanza del arte en diferentes establecimientos educaciones. “Primero hice clases en liceos y colegios, pero luego lo dejé porque me carga la indisciplina y el desorden. Los niños no lograban concentrarse y muy pocos ponían atención. Después empecé a hacer la cátedra de dibujo en la carrera de Artes Plásticas de la Universidad de Chile. Cuando vino el Golpe Militar cerraron esa carrera por un tiempo y la reabrieron en los ’80. Ahí empezamos a volver todos los que habíamos hecho clases”, cuenta.
– En los ’70 incluso se hizo el tiempo para seguir estudiando.
– Sí, es que en 1971 me gané una beca de perfeccionamiento y dibujo en Roma. Era una beca del consulado italiano. Estuve un año y me fue muy bien. Durante ese período mis hijas se quedaron en Chile al cuidado de mis padres y yo me dediqué por completo al arte.
– A su regreso también tuvo una academia particular
– Formé una academia de pintura y dibujo en mi casa donde tuve muchísimos alumnos. Fue una muy buena época porque hacía clases dos días y me quedaba tiempo para pintar el resto de la semana.
– Hablemos de su proceso creativo.
– Siempre ha sido el mismo. Desde mis inicios hasta el día de hoy. Hago mis proyectos en un cuaderno o block y una vez que me gusta lo que va a apareciendo me enfrento a la tela. En un comienzo mi trabajo era bastante tímido, pero en la última etapa se puede observar más trabajo, transparencias y planos diferentes.
– ¿Cuáles diría que son los hitos más importantes de su carrera?
– Todos los momentos fueron para mí muy importantes. Y te podría decir que tengo tres etapas bastante marcadas: Las ciudades abstractas, las montañas y el proyecto lunar.
Carmen Piemonte ha participado en más de 50 exposiciones colectivas y más de 20 exposiciones individuales. En 2020 ganó el Premio Artista Mujer otorgado por Collectio, Studio Digital y el Capítulo Chileno del National Museum of Women in the Arts.