Este empresario socio del Club es todo un ejemplo de emprendimiento. Desde siempre muy comprometido con el escenario político de Chile y gran promotor de la economía circular como método para aportar sustentabilidad al planeta.
Es el actual presidente del Colegio de Ingenieros de Chile y socio desde hace 40 años de Resiter, la empresa de economía circular que aprovecha, reutiliza y recicla los residuos de importantes industrias, que fundó junto a su socio y amigo, el ingeniero matemático Álvaro Fischer, y que hoy está presente en varios países de Latinoamérica. Ingeniero civil de la Universidad de Chile, Raúl Alcaíno no deja de hacer noticia. Muy comprometido con nuestro país, siempre está aportando ideas innovadoras, ya sea en el ámbito empresarial como en el político.
En octubre finaliza su periodo de dos años como presidente del Colegio de Ingenieros de Chile, experiencia que confiesa ha sido un interesante desafío. Estando a la cabeza de este organismo, lideró tal vez uno de los proyectos más emblemáticos de su carrera: el lanzamiento del libro “Los Ingenieros y la Constitución”. El texto examina cuatro aspectos de la propuesta que se votó el 4 de septiembre y que dicen relación con los recursos mineros, el agua, el medioambiente y el desarrollo sostenible de nuestro país.
“Acepté la presidencia del Colegio de Ingenieros porque cuando en un país las principales instituciones que son los pilares de la vida republicana están en crisis, –pues muchas de ellas han caído en descrédito y tienen una confianza popular bastante disminuida, como ha sucedido con el Congreso, el Poder Judicial y la Iglesia Católica, entre otras–, las organizaciones intermedias hacen un poco el andamiaje y ayudan a soportar el peso republicano del país. Me pareció que era una época interesante para asumir este desafío. Se trata de la red de ingenieros más grande del país, distribuida a través de consejos zonales, y dividida en especialidades. Agrupa a mucha gente de la misma profesión con distintos intereses, entonces me pareció una bonita etapa para liderar el colegio. Y ahora que estoy finalizando mi gestión, el balance es positivo. Hicimos un gran aporte a la redacción del nuevo texto de la Constitución, el cual lamentablemente no fue considerado por la Convención. Por otro lado, modernizamos la gestión de socios. En general, termino mi periodo bastante contento”.
–¿Cómo se trabajó el libro “Los Ingenieros y la Constitución”?
–Creamos una subcomisión llamada Comisión de Nueva Constitución, presidida por el ingeniero Fernando Echeverría e integrada por ingenieros de distintas sensibilidades políticas, de tal manera de darle un paraguas de sustentabilidad y de unidad. Esta comisión se encargó de realizar estudios en cuatro áreas distintas vinculadas con la profesión de la ingeniería, como es el medioambiente, la minería, el agua y el desarrollo sostenible. En cada uno de estos temas se analizaron las constituciones de Chile desde el año 1833 en adelante, incluido el proyecto de constitución de Michelle Bachelet, y también se analizaron las constituciones de otros países que tienen problemáticas similares al nuestro.
–Una investigación en profundidad…
–Nos hicimos cargo de todas las críticas que hacen los distintos sectores, sometimos el texto a consideración de investigadores de distintos centros de estudios de diferentes sensibilidades políticas. Hicimos en cada uno de estos temas un trabajo serio, objetivo, no partidista, no apasionado, tratando de elevar un poquito la discusión. Vimos cuáles eran los logros que había tenido el país y cuáles eran las críticas o las deficiencias que existen. Todo esto apoyado por un abogado constitucionalista. Finalmente elaboramos cuatro documentos con cada uno de estos temas y con esto hicimos el libro “Los Ingenieros y la Constitución”.
–¿Pero la idea original de este libro era hacer un informe que se transformara en material para la Convención?
–Así es. Solicitamos una audiencia con Elisa Loncón y con la mesa de la Convención Constitucional para hacerles llegar nuestro trabajo y decirles a los constituyentes que estábamos a su disposición. Pero no nos recibieron y nos informaron que nuestra solicitud de audiencia iba a ser sometida a sorteo con otras solicitudes y finalmente no fuimos sorteados. Entonces la duda que nos quedó dando vueltas es cuántas otras instancias serias tampoco fueron consideradas y tampoco salieron sorteadas. Fue una situación bastante lamentable. Luego decidimos publicar este libro para que la opinión pública conociera cuál es la postura del Colegio de Ingenieros.
–Del estudio que realizaron, ¿con cuál de los temas se siente más identificado?
–Por mi profesión y formación el tema del medioambiente es el que me llega más.
–¿Cómo y cuándo nace este interés por el cuidado del medioambiente?
–En el año 79 estábamos recién saliendo de la universidad con Álvaro Fischer y ganamos un concurso nacional de proyectos de inversión, convocado por la Corfo, la Confederación Nacional de la Producción y el Comercio, Mideplan, y el Colegio de Ingenieros de Chile. Concursamos con un proyecto de resina de pino y nos ganamos el primer premio. Este proyecto no prosperó, pero creamos una sociedad en la cual hicimos varias cosas y una de ellas fue participar en una licitación de aseo de residuos municipales. Se privatizaron las recolecciones de basura de las comunas y nos ganamos el segundo contrato y después con el tiempo, varios más. En la medida en que hubo más competencia, este sector empezó a corromperse. Decidimos retirarnos, pues nosotros teníamos prácticas comerciales éticas y nos volcamos entonces hacia la industria y la minería, principalmente en el sector privado. Nuestros primeros contratos con las mineras los firmamos hace más de 30 años. Ya en aquella época reciclábamos todos los residuos de las mineras y de otras industrias y los colocábamos como insumo de otros procesos industriales o bien les hacíamos algún tratamiento que nos permitía incorporarlo a otro proceso productivo como materia prima. Esto es lo que hoy se llama la economía circular.
–¿Ustedes fueron pioneros en el concepto de la economía circular?
–En los años 80 nosotros ya hacíamos este trabajo y no existía el concepto de economía circular. De a poco fuimos creciendo como empresa en los distintos rubros de la economía. Hoy estamos presentes en la minería, en la celulosa, en la agroindustria, en la industria alimenticia, en la industria pesquera, entre otras. Lo que hacemos principalmente es economía circular, es decir, borramos la huella de nuestros clientes en la naturaleza y tratamos de que haya cero residuos al vertedero.
–¿Me imagino que se sienten muy orgullosos de la empresa que han creado?
–Estamos muy orgullosos. Tiene operaciones a lo largo de todo Chile, en Perú, Uruguay, Colombia y México. Trabajamos cerca de 5.000 personas y el trato entre nosotros es muy respetuoso. Es una empresa cien por ciento meritocrática, y lo más ética que podemos lograr.
–¿Por qué es tan importante hoy día la economía circular?
–Porque tenemos una gran bodega de materias primas que se llama planeta tierra, a la que no podemos seguir sacándole recursos porque en algún momento se van a acabar. El planeta ya está dando señales de que está siendo amenazado, y está reaccionando, por ejemplo, con pataleos como el cambio climático. Si nosotros podemos disminuir la concurrencia a esta bodega y reutilizar lo que se bota de los procesos industriales, entonces tenemos la obligación de hacerlo para cuidar el planeta.
–¿Cuál es su visión respecto al compromiso que tiene Chile con la economía circular?
–Si nos miramos a nosotros como individuos, nuestro nivel de compromiso es muy bajo. Si la gente puede botar los residuos a la acequia, al alcantarillado o a la calle, lo hace. Ahora bien, si nos comparamos con nuestros países vecinos, estamos bastante bien. La legislación chilena es de las más rigurosas, estamos en el número treinta de ciento ochenta países según la Universidad de Cambridge, y la Universidad de Cambridge no tiene hachitas políticas que afilar. Por otra parte, las Naciones Unidas hace su ranking de sustentabilidad y nuestro país está muy bien ubicado por sobre países que uno podría considerar desarrollados como por ejemplo Italia o Estados Unidos. La legislación ambiental chilena está muy actualizada. Pero nosotros a nivel individual nos falta mucho. Este es un problema cultural y el Estado debería tener algún grado de responsabilidad en promover campañas de educación en esta materia.
–¿En qué tipo de industria le gustaría que Chile fuera más activo en economía circular?
–Me gustaría que las industrias de menor tamaño tuvieran un poco más de conciencia ambiental. En las industrias grandes, que están enfrentadas al mundo, y se vinculan comercialmente con otros mercados, los tratados de libre comercio las obligan a mantener rigurosos estándares ambientales.