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Premio Nacional de Arquitectura 2022: FERNANDO PÉREZ OYARZÚN

Por: Pablo Altikes PinillaFotos: Pablo Altikes Pinilla

Cuando se habla de don Fernando Pérez, la frase que más se repite acerca de él es que es “una mente brillante”.

Cuando se habla de don Fernando Pérez, la frase que más se repite acerca de él es que es “una mente brillante”. Cuando en 2016 el arquitecto Alejandro Aravena ganó el premio Pritzker, el reconocimiento más importante de la arquitectura mundial, en el discurso que dio desde el edificio de las Naciones Unidas en Nueva York, le dedicó siete minutos a don Fernando, agradeciendo sus enseñanzas, su apoyo y, por sobre todo, su confianza en él. La maravilla es que varias generaciones de arquitectos de la Universidad Católica de Chile y la arquitectura chilena misma le deben lo que hoy es nuestro país a nivel mundial. Profesor, teórico, arquitecto y visionario, entendió cómo se tenía que formar a los grandes arquitectos que hoy tenemos y que son reconocidos fuera de nuestras fronteras.

Titulado de la PUC con distinción máxima en 1977, se va a estudiar un doctorado a la Universidad Politécnica de Cataluña, obteniendo su grado en 1981. De regreso a Chile, entra a hacer clases a su facultad y en 1987 es elegido director de carrera. Será en este cargo y junto a varios destacados profesores y fundamentalmente a la arquitecta Monserrat Palmer –quien era la directora de la revista ARQ, publicación que había fundado en 1980– que la Escuela de Arquitectura da un segundo giro para nuestra historia. De la mano de profesores que hacían arquitectura, y que además tenían una sólida base teórica, comenzaron a formar arquitectos con un racionamiento crítico, una postura frente a la disciplina y lo más importante, diseñadores vanguardistas que se transformaron en un ejemplo para el resto de las facultades de nuestro país y el mundo. Lo anterior se exponía en la revista de la facultad y con ello se amplificaba el quehacer académico y profesional.

En 1990 es elegido decano y durante una década fue consolidando la formación de pregrado y postgrado con un magíster y luego un doctorado. Durante ese período, en 1991, saca su primer libro “Le Corbusier y Sudamérica, viajes y proyectos”. En 1993 escribe el libro monográfico sobre la obra de Christian de Groote, mismo año en que le otorgan el Premio Nacional de Arquitectura. Comenzaba un prolífico trabajo literario de arquitectura con títulos tan trascendentes como: “Los hechos de la arquitectura de 1999” junto a Alejandro Aravena y José Quintanilla; “Bresciani Valdés Castillo Huidobro de 2006”, y la serie de cuatro tomos sobre la historia de la arquitectura en Chile “Arquitectura en el Chile del siglo XX”, que va en el segundo volumen. A la fecha lleva más de 10 libros como autor individual y en colaboración, transformándose en uno de los referentes más importantes de nuestra historia a la hora de hablar de escritores de arquitectura.
Dentro de los cargos estratégicos de la facultad, entre 2004 y 2015 será el jefe del programa de doctorado de la Facultad de Arquitectura, atrayendo estudiantes de otras universidades nacionales e internacionales que veían en este programa la posibilidad de potenciar su carrera profesional y con ello su prestigio, en paralelo era también el director del centro del patrimonio cultural y con ello sentaba un precedente sobre el rol de la universidad frente a nuestras ciudades y su infraestructura. Profesor invitado en varias universidades del extranjero, destaca su paso por Harvard y Cambridge, con las cuales generó alianzas estratégicas con su escuela.

Conocida es su gran generosidad a la hora de entregar su conocimiento a quien se lo pida y su infinita capacidad de trabajo con múltiples temas a la vez, que sumado a su gran humildad, lo transforman en una persona que transversalmente es respetada y querida y que, al saberse que había ganado este premio, fue aplaudido por todos nosotros.
Dentro de sus proyectos más destacados y asociado con sus dos grandes discípulos, Alejandro Aravena y José Quintanilla, se cuentan tres: La Facultad de Medicina de la PUC en el campus Alameda, la Facultad de Arte en el campus Oriente y el Centro de Extensión en el campus Oriente, los últimos dos, proyectos que han sabido integrar una nueva arquitectura a un convento de estilo neoclásico de valor patrimonial, donde ambos edificios han consolidado tanto el plan maestro de los claustros o patios interiores, como también la imagen de un solo gran edificio que mantiene un lenguaje atemporal que permite aprender que la buena arquitectura es siempre respetuosa de la ya existente y con ello establecer una continuidad histórica del usuario con respecto al lugar en que estudia y trabaja, entendiendo que solamente se puede construir futuro sobre la base de respetar el pasado.

Un hombre holístico que hoy es el director del Museo Nacional de Bellas Artes y que su edificio de la Facultad de Arte del campus Oriente está entre los finalistas del concurso americano de los premios MCHAP de la prestigiosa Facultad de Arquitectura del Instituto de Illinois de Chicago, Estados Unidos.